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Yo lo soluciono.

El lunes por la tarde llegó y para ser sincero llegó más rápido de lo que el alfa pensaba, él creyó que sería un día larguísimo para él y su lobo, pero no fue así.

Desde que el omega partió a sus labores escolares por la mañana, algo dolía en su interior, era una sensación bastante conocida, y por eso pensó que su día sería bastante largo sin el castaño a su lado, pero en un parpadeo habían llegado las 2:30 pm.

Jimin pasó a saludarlo para después retirarse a su área de trabajo, no sin antes recordar que se verían en la comida, hora que había llegado igual de rápido así que estaba esperándolo pero para su mala fortuna la enfermera que lo atiende fue la primera en llegar para revisar su estado de salud.

—Buenas tardes, alfa —saludó sonriente la rubia—. Voy a colocarte el medicamento —batía sus pestañas con algo de gracia y enrollaba constantemente su cola de caballo en uno de sus dedos, coqueteándole descaradamente.

—No me digas así —gruñó, esta vez si que fue su intención, la chica estaba siendo muy atrevida y no le agradaba, no puede negar que en otros tiempos tal vez habría correspondido al coqueteo pero ahora su mente solo lo lleva a unos preciosos ojos azules que no puede arriesgarse a perder.

—Lo siento —retrocedió un poco asustada, pero volvió a aproximarse con la sonrisa ladina, miró el expediente de Jungkook y buscó entre su carrito el medicamento indicado, se acercó para conectarlo en la intravenosa pero en un tirón la safó por completo ganándose otro gruñido del ojiverde—. Lo lamento tanto —habló algo apenada.

—Solo colócame otra —bufó molesto, un hilo de sangre se deslizaba por su muñeca y un ligero dolor punzante lo acompañaba.

—Si, lo siento, perdón —estaba sonrojada por el error, volvió al coche de medicinas y encontró las cosas para colocar la intravenosa, tomó unas torundas con alcohol y comenzó a limpiar la zona donde se derramó la sangre—. Tengo buena mano, no va a dolerte —sonrió recuperando la confianza en si misma y con ello las ganas de galantear, Jungkook solo pudo sonreír ante el vago recuerdo de Jimin diciéndole aquellas palabras cuando era él quien colocaba su vía, claro que la enfermera frente a el no sabía de sus pensamientos.

Un omega con una sonrisa aún más grande entró a la habitación con su ya acostumbrado recipiente de comida, se extrañó un poco de ver alguien más ahí dentro, pero volvió a sonreír cuando supo que era una enfermera.

—Hola, ricitos —saludó contento y se sentó en el sofá mientras destapaba sus alimentos.

—Hola, Jim —el alfa sonrió más grande—. Que bueno que llegas, ¿podrías colocarme la vía? —hizo un suave puchero, rogando por las atenciones de la persona por la que él quería ser cuidado.

—Clar... —intentó responder dejando el recipiente a un lado pero fue interrumpido.

—No te preocupes —agitó su mano para que el omega no se pusiera de pie—. Yo puedo hacerlo, alfa —dijo suave, acompañando sus palabras con una caricia al antebrazo del mayor, cosa que no pasó desapercibida por Jimin quien solo atinó a fruncir el ceño.

—No le digas así —gruñó el omega, Jungkook solo sonrió con alegría, Jimin había gruñido posesivo, había gruñido por él.

—Quiero que él lo haga —asiente tranquilo el alfa.

—No —dijo secamente la chica—. Está en su tiempo de comida, además él es un practicante y yo una enfermera real —dijo sin medir sus palabras y volvió a tomar el brazo del ojiverde para buscar una vena—. Él no va a hacerlo bien, alfa —los ojos de Jimin brillaron del enojo, sus cejas parecían encontrarse en el inicio de su nariz, estaba a punto de hablar cuando Jungkook lo hizo por él.

—Pues ese practicante —hizo comillas con su mano libre—. Es mi omega y el jamás me ha quitado la vía por error, así que... —bruscamente, sacó su mano del agarre que ejercía la chica sobre él—. Él va a colocarme la vía y yo voy a tener una conversación muy interesante sobre ti con la jefa de enfermeros —amenazó con sus ojos puestos en los de ella volviéndose oscuros y profundos, su lobo defendiendo al omega de las ofensas que esa rubia estaba dando.

—Yo... —la chica estaba sin palabras, tenía las mejillas rojas y era claro que quería salir corriendo de aquella habitación, hacer enojar a un alfa puro es de los peores errores que se pueden cometer en la vida.

Discúlpate —ordenó, las pupilas de sus ojos expandidas a su máximo, la voz gruesa y potente su ceño fruncido, imagen que no daba oportunidad de negarse a nada, la rubia agachó la cabeza y giró para ver al omega.

—Lo l-lamento mucho, d-de verdad —su voz salió cortada, no lo miraba, los ojos estaban comenzando a picarle por las lágrimas, después de que Jimin asintiera en aceptación, salió corriendo, dejándolos solos.

—No debiste usar tu voz —dijo el omega con un una sonrisa en sus labios.

—Sé que estuvo mal y lo siento mucho, pero ella no debió decir esas cosas y no debió decirme así —abrió sus brazos en una petición silenciosa, el ojiazul entendió rápidamente y se lanzó a él en un abrazo, ambos acostados en la camilla.

Mío —el menor comenzó a marcar al alfa con su aroma, gruñía y resoplaba con molestia—. Mi alfa —su nariz recorriendo suavemente el cuello del otro.

—Tuyo, pequeño —se dejaba hacer, contento por la actitud que estaba demostrando, ahora no se sentía tan mal por gruñirles a todos. Estuvieron otro rato así, Jimin siendo el omega posesivo, marcándolo y frotándose contra su fuente de aroma hasta que quedó satisfecho con el resultado, se acurrucó en el pecho del mayor pero no le duró demasiado el gusto.

—Jimin, tu comida —recordó.

—Ahora voy —dijo despacio y soñoliento, demasiado cómodo para levantarse.

—Tienes que comer, vamos —se levantó de la cama haciendo que Jimin lo imitara de mala gana, lo jaló hasta el sofá sentándose al lado de él, le puso el plato en el regazo—. Come.

—No quiero —dijo con un puchero, puso la comida al lado y se sentó en las piernas del mayor, acomodando su cabeza en el hueco entre su hombro y su cuello.

—Anda come —insistió con una mano rodeando la cintura del menor y la otra tomando una cucharada de comida que llevó a la boca abierta de Jimin—. Mi lindo, posesivo y gruñón omega quiere que lo alimente —sonrió burlón.

—Yo no soy gruñón —dijo después de masticar un poco, la comida acumulándose en sus mejillas haciéndolas lucir llenas y regordetas, su ceño fruncido solo aumentaba la ternura que Jungkook sentía al verlo.

—Pues el gruñido que soltaste dice otra cosa —rió llevando otra cucharada de comida hacia el menor.

—Si bueno... —sonrojado se encogió de hombros—. Son instintos —abrió la boca para recibir la comida.

—Yo siempre digo eso y tú dices que debo controlarlos —sus ojos mostraban la burla y la poca seriedad con la que estaba tocando el tema.

—Porque tú le gruñes a todos, yo le gruñí solo a ella porque estaba coqueteándote —gruñe ante el recuerdo así que el alfa aprieta más su agarre.

—¿Osea que eso si es un motivo? —cuestiona serio.

—Si —dice como lo más obvio del mundo—. No está bien gruñirle a nadie pero es mucho peor gruñirle a los que no hacen nada malo —explica—. Eso es lo que debes contener, los celos y posesión con personas que no representen una amenaza, ¿entiendes?

—Ya veo —asiente, ahora comprende un poco, está bien dejar sus instintos al aire, siempre y cuando sea con razones que verdaderamente lo juztifiquen.

—Ahora dame más comida, por favor —abre la boca y espera a que el alfa lo obedezca.

—Me encanta que seas mimado —sonríe y acata la orden.

—Yo no soy mimado, solo guardo mis energías para cosas verdaderamente importantes —rueda los ojos, con su dedo índice acaricia la nariz del alfa—. Hoy inició mi empleo nocturno, ¡estoy emocionado! —cambia el tema y Jungkook bufa molesto.

—Que bueno que te emocione —trata de sonreír pero le sale solo una mueca extraña que el omega sabre interpretar.

—Ya me dijiste muchas veces que te preocupa y lo sé, recuerda que te hice una promesa —le besa la mejilla y deja su nariz ahí, su aliento acariciando la barbilla del más alto.

—Lo sé, pero mi lobo no sabe de promesas, él solo quiere cuidarte y yo también —recoje más comida y la entrega al menor—. Es que es demasiado esfuerzo, y se que Hye lo vale, pero yo podría evitarlo —sus ojos se veían tristes.

—Ya no hablemos de eso, porque es algo en lo que no voy a cambiar de opinión —chasquea la lengua con sus dientes y sonríe de nuevo—. Te tengo una noticia —alza las cejas feliz.

—A ver, te escucho —sonríe ante la felicidad del otro, dejando de lado la amargura de no tener permitido ayudarle.

—Escuché de muy buena fuente que, tal vez... —susurra como si fuera un gran secreto—. Solo tal vez, te den de alta el fin de semana —sonríe en grande, las medialunas de sus ojos formándose y dando la imagen más digna de admirarse.

—Estás bromeando —niega con una sonrisa de incredulidad.

—No me creas entonces —se encoje de hombros—. Solo no digas que no te conté —aprieta los labios.

—¿Quién lo dijo? —habla más convencido—. Apenas hace una semana estaba dormido —su rostro era un verdadero poema de confusión.

—Lo sé, es algo apresurado —asiente—. Pero durante tu período de coma tus signos fueron realmente estables y no había indicios de daño neurológico así que los médicos quieren mantenerte en observación esta semana y si todo va bien saldrías el domingo —sonríe y come lo que el alfa le proporciona.

—¿Entonces estoy curado? —cuestiona un alfa realmente emocionado.

—No tanto como curado —niega mientras pasa el alimento—. No es que estés enfermo, tan solo no pueden descartar problemas a largo plazo por eso es mejor que estés en contante revisión, llevará meses de estudios y chequeos —dice algo triste—. Pero ahora podrás estar en tu casa y será más sencillo para ti —le acaricia la mejilla.

—Eso es mejor que estar aquí —sonríe en grande, los hoyuelos apareciendo y sus ojos brillando de felicidad.

—¡Oye! —regaña—. Yo soy parte de estar aquí, así que eso me ofende —dice falsamente molesto.

—Tú eres la razón principal de mi molestia de estar aquí —dijo sarcásticamente y el de orbes cerúleo puso un puchero bastante besable para gusto del alfa, pero se contuvo y solo lo miró con adoración.

—Guarda silencio y aliméntame, por favor —abrió la boca esperando la comida pero solo recibió un beso en la mejilla y una mirada risueña.

—Ya no hay, cielo —sonríe complacido y ríe con el pequeño berrinche que Jimin realiza ante la noticia—. Tendrás que traer más a la próxima.

—Supongo —se encoje de hombros y se recuesta en el hombro del ojiverde—. ¿Estas feliz de salir de aquí? —sonríe y siente que el mayor lo aprieta en un abrazo.

—Muy feliz de hecho, muero por regresar a la empresa de mi padre y a la escuela —su voz se escucha alegre y eso complace al omega.

—Me alegra que te ponga tan feliz —sonríe y deja un beso en el cuello del más alto.

—Aunque... —su tono se vuelve serio—. ¿Cómo se supone que voy a estar sin ti? —recarga su cabeza en la del omega.

—Encontraremos la forma, lo verás —afirma tranquilo.

—Cachorro, trabajas como 20 horas al día —ríe—. Pero pensaré en algo, y si no... siempre es una opción quedarme aquí —se encoje de hombros.

—No puedes hacer eso —habla entre risas.

—Si puedo —agita su mano para restarle importancia—. Por ti lo puedo todo —aprieta el agarre que tenía en su cintura—. Pero ya tengo una idea, iré por ti a todas partes y seré tu chofer personal.

—Tú no puedes conducir —niega saliendo del abrazo pero no se levanta—. Hasta que terminen tus estudios y las medicaciones, y también tienes que evitar esfuerzos —hace una mueca de arrepentimiento—. Eso me recuerda que tampoco debería estar sentado sobre ti —trata de bajarse pero el alfa se lo impide.

—Tú no implicas ningún esfuerzo —restriega su mejilla contra la del menor—. Y tienes razón, no puedo conducir pero mi chofer si, así que el plan sigue en pie, iré por ti a la escuela y vendré a comer contigo, así no te extrañaré demasiado.

—No puedes ir por mi a la escuela —el omega se veía algo preocupado.

—¿Por qué no? —su ceño se frunce un poco.

—Emmm... —debía pensar en un motivo válido pero recordó que no puede mentir, no a su alfa—. Me da vergüenza.

—¿Te doy vergüenza? —su tono fue dolido.

—¡¿Qué?! —sus ojos se expandieron—. No, no, no —dice rápidamente sentándose con una pierna a cada lado del alfa, acunó su rostro con ambas manos y lo vio a los ojos—. Nunca pienses eso, jamás —besa la punta de su nariz y sus pómulos con dulzura.

—¿Entonces qué te avergüenza? —olfateaba el aire tratando de calmar el dolor que se había instalado en su pecho al pensar que le daba pena a su omega, ambos se veían a los ojos esperando a que el menor decidiera hablar.

—Es que... —soltó el rostro del alfa y miró sus manos—. Hay chicos que se burlan un poco de mi y no quiero que veas cuando lo hagan —suspiró—. Por eso no quiero que vayas —Jungkook pudo sentir la tristeza en el pecho y la detectó también en su olor.

Para Jimin siempre ha sido difícil lidiar con las burlas o los malos comentarios hacia su persona, la mayoría del tiempo los ignora y trata de no pensar mucho en eso, aunque lo más duro es no hacerlo en la soledad de su habitación, cuando no puede evitar pensar que tal vez tengan un poco de razón.

La mayoría de las burlas son hacia su casta, no es raro ver un omega varón, sin embargo, por algún motivo sus compañeros se ensañan con él, otra de las burlas comunes es que nadie va a quererlo jamás porque es feo y tiene mal aroma, siempre tratan de humillarlo y lo hacen bien, algunas veces se ha doblegado y suelta lágrimas frente a sus agresores, por eso que quiere evitar que Jungkook lo vea de esa manera, que se dé cuenta que sus compañeros tienen razón y termine dejándolo.

Un gruñido interrumpió sus pensamientos, enfocó los ojos de Jungkook y estaban totalmente oscuros, el enojo visible en su rostro, las cejas estaban casi juntas y los colmillos haciéndose presentes, imagen similar a la primera vez que lo vio despierto.

—Nadie volverá a burlarse de ti, mi cielo —comenzó a besar todo su rostro—. Nunca —lo atrajo a su pecho para abrazarlo—. Voy a ir a tu escuela y golpearé a todos si es preciso, pero tú no volverás a sufrir a causa suya.

El omega se sentía complacido por los cuidados que su alfa prometía, sin embargo, el miedo de que el rizado abriera los ojos y se diera cuenta de lo mal omega que es, seguía ahí.

—No van a dejar de burlarse de mi, tú vas a dejarme —dijo mientras se enderezaba para verlo a los ojos, sus labios eran tirados hacia abajo en una mueca triste y sus ojos estaban aguados por completo.

—¿Qué dices? —estaba molesto aún por la idea de alguien agrediendo a su pequeño bebé, nadie era digno de siquiera mirarlo, no entendía cómo alguien había tenido la osadía de burlarse de él, aún no sabe qué es lo que le han hecho pero está seguro de que será algo lo suficientemente malo como para querer matarlos a todos, a Jungkook no le gusta la sensación de enojo y querer venganza pero por Jimin, estaría dispuesto a todo solo por verlo feliz, no cabe duda de que es el sentimiento más hermoso y terrorífico que ha enfrentado en su vida.

—Ellos tienen un poco de razón al burlarse de mi —jugaba con sus dedos nervioso, las lágrimas comenzaron a bajar, el alfa se apuró a lamerlas pero el ojiazul lo detuvo—. Tú vas a dejar de querer que sea tu omega, ellos tienen razón, soy feo y huelo mal, además... —fue interrumpido.

—Basta, eso no es verdad, eres el ser humano más hermoso que existe en este planeta, eres tan precioso que nadie es digno de mirarte y tu aroma, ¡diosa Luna, tu aroma! —exclamó mientras acunaba su rostro y lo veía a los ojos, llorosos por cierto—. Tienes el aroma más delicioso que se puede oler, todo tú eres perfecto para mi y para el mundo entero —afirma—. Métete eso en esa cabecita tuya, eres perfecto seas como seas, podrías tener la nariz al revés y los pies en los ojos y aún así serías perfecto —eso último sacó una risa del menor—. Nunca dejes que nadie entre en tu mente, mi amor, eres único e irrepetible, todo lo que haces es invaluable, eres fuerte valiente y tan responsable, tienes todo para que cualquiera desee estar contigo.

—Gracias —susurró avergonzado

—No hay nada por agradecer, eres precioso, mi omega y si tengo que recordártelo todos los días del resto de nuestras vidas, lo haré con gusto —besó su nariz y lamió el resto de lágrimas de sus mejillas. Se siente extraño por hacer esa especie de promesa, por hablar de esa forma cuando un tiempo atrás él era otro pero con Jimin todo se siente adecuado y posible—. Cuando salga de aquí iré directamente a esa escuela y me dirás quienes son los que se atrevieron a dañarte y yo veré como solucionarlo —sonrió de lado y acarició la cintura de Jimin.

—Gracias, alfa —besó de nuevo su mejilla, mucho más tranquilo y risueño—. Ahora tengo que ir a laborar, te veo en la noche —se levantó rápidamente y salió agitando su manita.

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